ROXXANNE
Giovanni
Sandoval
Roxxanne
era una toplera del barrio Bandera. Tenía 39 años muy bien conservados y lo
mejor, unas gordas y turgentes nalgas. Piernas largas y musculosas, un jovial
corte de pelo a la nuca, una sensual voz miel. Excitante.
Yo
era un muchacho de 25 bien armado. Macizo sin ser gordo ni apretado. Un cuerpo
formado a trote, flexiones y buenas tomateras y asados con los amigos.
Llegue
al "Peter Pan". Local o topless nocturno, recién pagado y con ganas
de fornicar. Jugármela por una minita y ver cuánto se bajaba en el precio y
conquistarla para que deseara estar conmigo.
Esta
vez me resulto y sin mucha conversación. Pactamos en cinco mil. Fornicamos
fuerte y caliente en el minúsculo baño de ese antro de lujuria, besos y amor
tarifado. Hubo besos con lengua, susurros de placer y arañazos en mi espalda. Y
Hubo orgasmos.
Roxxanne
quedo fascinada y me dio su número de móvil. La llame (obviamente) y después de
unas llamadas calentonas y sugerentes me invito un domingo a su casa.
Me
costó llegar. Quedaba al otro lado de la ciudad. Pero la fantasía sexual de
hacerlo con una mujer del ambiente nocturno. Es una presea que un conquistador
como yo no deja pasar.
Se
luce... y más encima gratis.
O
sea, estaba en una relación soñada.
Solo
sexo. Sin suegras o suegros, ni cuñados, ni siquiera una caja de bombones. Solo
y puro placer carnal... y del bueno.
Por
fin después de caminar por media hora sin saber dónde estaba. Veo varias naves
o blocks (departamentos pequeños para la clase obrera) pintados de diferentes
colores, algunas con techos y otras con sábanas y calzones colgando de la
ventana. Me indica por celular que me agitaba una toalla desde un tercer piso
de uno de esos bloques de puente alto. La vi y mi libido emergió como un kraken
desde las profundidades de mis gónadas.
No
negare que los músculos de mi estómago se apretaron sobre lo que pudiera pasar.
La mente funciona de formas raras a veces y La Ley de Murphy acá siempre
funciona. Conozco varios casos.
Luego
de subir los tres pisos me la encuentro con la puerta de su departamento
abierta de par en par, esperándome y con una sonrisa amplia de chiquilla
enamorada.
-¿Hola mi amorcito?- me saluda con mirada
cachonda y con su voz melosa.
Nos
besamos apasionadamente a modo de saludo. Cerramos la puerta a nuestra espalda
y nos apoyamos en la mesa y nos comíamos con la boca, la lengua y las manos.
Su
pequeño departamento contaba con dos dormitorios de tres por cuatro, un comedor
y un living, un minúsculo baño y una cocina americana.
Nosotros
Apretamos nuestros cuerpos, nos frotamos y olí su cabello. Ella Vestía un Short
apretado que acentuaba su trasero y una polerita suelta que dibujaba sus senos
y pezones.
Me
ofreció algo de beber. Pedí agua, debía enfriar la máquina para que no se
sobrecalentara. Luego de observarla como iba a la cocina, sacaba un vaso, abría
el refrigerador, sacaba un jarro con jugo y hielo. Echaba en el vaso el líquido
y me lo ofrecía.
Ufff…
Era una exquisitez, no perdí un paso o
movimiento dado por ella. La gracia con la que se movía. Se estiraba y se
agachaba, se volteaba, me miraba y me sonreía...
Eso
me excitaba.
Luego
de beber, deje el vaso en la mesa y me acerque... la volví a besar, mucha
lengua y chupeteo de labios. Toque sus senos y confirme que andaba sin sostén.
Acaricie sus nalgas y... andaba sin calzón. Nos empezamos a calentar, no
podíamos dejar de tocarnos, busque su entrepierna y ella accedió separando las
piernas. Seguía besándola y abrí su pantaloncito e introduje mi mano por
delante y luego de flanquear su montículo de vello púbico (corto y afeitado),
accedí a su glorioso monte de venus (que ya estaba húmedo) y ahí me quede.
Jugueteando
con su clítoris que se había izado para hacerse notar y que le dieran cariño y
atención. Así estuve Un buen rato disfrutando como ella se calentaba más y más.
-¡¡TOC TOC TOC!!- (Bramo la puerta)
Quede
estático...
-¿Esperas a alguien?- pregunté.
-Debe ser mi hijo- y se levantó de la cama,
se acomodó la polerita y el pantalón y fue a abrir.
Apareció
un muchachote de unos diecinueve años, alto y fornido que me dio una fría
mirada y una bienvenida más fría aun.
-Bayron, Él es Alejandro, Alejandro, El es mi
hijo Bayron.- corta presentación
El
muchacho me miro con rabia y sorna. Me tendió la mano y me dijo.
-¿Y tú?... ¿Qué eres... de mi mama?-
-¡¡Bayron!!... ¡¡no seas pesado!!-
-Emm... soy amigo de ella- no me había
preparado para esto. Un hijo. Un muchacho que fácilmente me daría una buena
pelea si lo quisiera. No estaba para escándalos, menos una pelea. Así que cedí
y guarde silencio esperando que Isabel (verdadero nombre de Roxxanne)
solucionara el tema.
-Amigos...- nos miró a ambos y se sonrió
burlonamente, pero en sus ojos había frustración y tristeza. Incluso se
pusieron llorosos. Miro a su madre esperando una explicación. Ella estaba para
dar explicaciones. Y la mirada de Vergüenza y pena lleno sus ojos.
-¿Qué quieres?- preguntó cortante la madre.
-¿Prestame dos mil pesos?- le dijo como por
decir algo.
-Te di dos mil en la mañana...-
-Necesito dos mil más... - la conversación me
estaba enfriando. Quería salir de ahí.
-Okey... - fue por su bolso, hurgo en su
monedero, busco dos billetes y se los paso.
-Ahora los dejo tranquilos... - nos miró
sonriendo, pero sus ojos seguían con pena y enfado. Se retiró tras un portazo.
Roxxanne
(que en realidad se llamaba Isabel Muñoz) me tomo la mano y me llevo a su
dormitorio. Nos besamos, nos desnudamos, nos lamimos, frotamos y masturbamos...
Pero la mirada del muchacho estaba tatuada en
mi mente.
Me bloqueo
Puse lo mejor de mí.
Lo intente.
Intente que se levantara
Pero no pude.
“lo cortés no quita lo caliente"
Fin
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