LAS RATAS DE PRAT
En 1980 el gran cine
Prat de Franklin sufrió una gran plaga de Ratones. Ratas que se cobijaron en
las butacas del cine haciendo que las parejas de amantes, homosexuales,
prostitutas y travestis salieran huyendo mientras se exhibía un combo de
Stallone: Rambo, Rambo ll y Rocky lll. El caso se agravo cuando Don Romualdo.
El anciano y cojo proyectista fue literalmente devorado por estas pestilencias
mientras dormía en su sillón y se proyectaba "infierno caníbal".
A Los púberes que buscaban nuevas
sensaciones he iban en grupos no les quedo otra que huir también ante la
presencia de esos asquerosos animalillos grises y peludos que se frotaban por
los pies de los asustados espectadores. Cuando se cortó la película y la luz no
se prendió. Un grito histérico y asustado sobresalió de las voces que
reclamaban diciendo: “¡¡ayayay!! ¡¡Algo me mordió el pie!!... ¡¡ayyy!!".
La administración hastiada de esta
situación busco al mejor exterminador de plagas y contrato a "Peter the
exterminator", un experto en acabar con todo tipo de plagas (eso decía su
tarjeta) para que exterminara de una vez esa peste que ahuyentaba a los asiduos
al gran cine Prat. Peter (que en realidad se llamaba Pedro) en un principio y
para ahorrar en veneno. recogió unos gatos callejeros y abriendo algunos tarros
de atún los invito a entrar al cine, lanzando el contenido de las latas al
interior del teatro. La idea era que las ratas olieran a los gatos y huyeran.
Pero no resulto. Las malditas alimañas se lanzaron contra los famélicos
felinos, los rodearon...
Y se los comieron.
Fue una sangrienta carnicería Dantesca...
Peter vio que su plan no resulto y paso
al plan B. Entonces lanzo humo picante para que salieran, pero eso las
enfureció y se refugiaron en los baños, entretechos y sótanos. Algunas se
metieron incluso en las alcantarillas. Peter al ver que no resultaba, les lanzo
veneno en la comida y algunas comieron y murieron. Las que quedaron vivas se
comieron a las muertas y eso las volvió más fuertes e inteligentes. El
administrador llamo a Peter muy ofuscado y le exigió que por lo que cobraba, el
adelanto del cincuenta por ciento que ya le había dado y una futura demanda.
Debía finiquitar el trabajo a como dé lugar. Peter, que era un profesional. Se
vistió de un traje amarillo impermeable, se puso unos auriculares con esponjas
con su walkman a todo volumen escuchando una casete de Yazoo, se encasqueto una
máscara para gas, guantes de cuero y botas de agua. No dejando nada de piel
expuesta y se colocó a la espalda un estanque con un fuerte veneno con ácido
que al contacto con la peluda piel del roedor la quemaba. Y si la ingerían al
lamerse derretía también sus intestinos. Equipado y armado se adentró al cine
infestado de ratas y camino por entre las butacas rotas con los resortes y
esponjas expuestas, el hedor que emanaba de ese lugar era pestilente. Peter,
cual caballero medieval, rociaba su endemoniado liquido chorreando a cuanto
animalillo osaba asomarse o cruzarse por su camino. Iba dejando una estela de
sangre y chillidos ratonescos que a esos seres los enloquecía y enojaba.
Así fue que una gran
rata parduzca salto a los hombros de Peter y mordisqueo el traje del
exterminador y se metió dentro de este llegando a la piel y clavando sus
pequeños y afilados dientes en en el cuello. En eso una Rata enorme, del porte
de un gato hinchado y gris, de garras afiladas y dientes largos y puntiagudos
le salto a la rodilla y de dos mordidas le desgarro la tela del pantalón y se
introdujo al interior y se escabullo hasta los genitales y le mordió con fuerza
los testículos haciéndole sangrar la entrepierna a Peter. Otras atacaron los
brazos y otras más atacaron el pecho. Haciendo que el exterminador se chorreara
con el veneno a sí mismo, derritiendo el traje.
Peter se defendió como pudo pero las malditas
mordían, picaban y rasguñaban la piel del hombre. Peter viéndose perdido corrió
hacia la salida pero el administrador cerro las puertas en la cara de Peter.
Dejando al hombre solo y chorreado del líquido. Todas Las Ratas corrieron al
cuerpo de Peter para comer del este. Pero a medida que roían la carne se iban
envenenando y muriendo. Así se comían entre ellas por el olor a sangre. Todas
comieron del profesional y murieron a medida que comían emitiendo un doloroso
chillido que fue la peor música final de esa trágica tarde de cine, en el
antiguo y clausurado cine Prat.
Al
otro día la policía y los forenses encontraron al exterminador Peter, o los
huesos que quedaban de él debajo de miles de hinchados, sangrantes y reventados
cuerpos plomizos de Roedores. El walkman aun funcionando con la canción
"the wip it"de fondo.
Giovanni Sandoval
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