OBSESIÓN ETÍLICO CARNAL -¡Otro trago!- le exijo al camarero, y de mi aliento rancio se desprende tristeza y melancolía. El barman de la pocilga me da una mirada de desprecio, saca el corcho a una botella de vino tinto barato y me llena la caña. - van seis tragos… son seis mil pesos… ¿tienes con que pagar?- sí - le contesto y busco en el bolsillo del pantalón “cevichento”, revuelvo y hurgo entre monedas y boletas y encuentro lo que busco y lo planto de un manotazo en el mostrador. - ¡págate!- le digo y el hombre mira el arrugado y manoseado billete de diez mil y se lo lleva. Me bebo el contenido del vaso, ese elixir amargo y rojo sangre y lo hago pasar por mi güergüero carraspiento. - ¡y me sirves otro!- le ladro autoritario... Al traerme el vaso lleno y dejarlo frente a mí, me avisa que en quince minutos más cierra el local. " local" pienso…una piojera diría yo… un bar de mala muerte, un tugurio, una picante tasca..., reparo en un espejo sucio que
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