VENGANZA MAPUCHE
POR
GIOVANNI SANDOVAL

1era Parte

Un triste comienzo

        Aun no cantaba el gallo esa fría mañana de Julio ahí en Temuco en la provincia de cui-cui. Para José Evaristo Pichilen  Carimeo que la noche se le había hecho cortísima, había tratado de apurar  el sueño con dos tragos de aguardiente, pero ni con eso, solo durmió tres horas, esa noche de abril la sintió fría. Llena de sueños extraños que lo hicieron saltar de la cama todo transpirado y con el corazón latiendo fuerte y pegado a la garganta, de las tres horas durmió tres veces se levanto a orinar y mas encima tenía el pene duro como palo, trato de dormir  boca abajo para ver si el roce de la cama lo hacía eyacular y con ello traer el sueño que tanto necesitaba y deseaba.
        A las cinco de la mañana, hora que sonó el Nokia antiguo y barato que servía de despertador, reloj y para el propósito que se creo, para llamar y recibir llamadas. Aunque a veces costaba agarrar señal  en la zona, pero como  alarma servía, hasta el momento no le había fallado. José que ya entraba  en los treinta y cinco, separado, (tubo una mujer una vez, pero hace mucho, ya no lloraba por ella) vivía con su madre hacia tiempo, rasgos toscos y no muy alto. Su madre la señora  Elba Carimeo,  una señora de edad incalculable muy arrugada y tostada. Sin dientes y cabello largo y blanco que no soltaba nunca de un moño tipo tomate en la nuca.  Corta de vista y desconfiada. Caminaba con la espalda inclinada hacia adelante, producto quizás de un dolor lumbar (quizás, ya que<se quejaba por las mañanas ala levantarse y nada mas). Desde que enviudo su mundo fueron sus hijos. Juvenal el mayor, que se había casado y vivía en la ciudad con su linda esposa y dos hijos preciosos, que la visitaba dos veces al año.
        Esas visitas eran algo esperado con ansias por ella. Evaristo llegaba a verla en su auto. El – decía orgullosa ella- es contratista, hacia casas le hizo la casa en la playa a ese matrimonio famoso de la tele, sí, tiene fotos con ellos y los hijos de ellos. Ahorro esa plata y dio el pie para su casa y se compro su  primer auto.- a él le iba bien, siempre que venía le traía un regalo que ella valoraba como joya y le dejaba platita para que se diera algún gustito. La sacaba al pueblo en el auto y la dejaba usar todas sus joyitas mapuches por el pueblo. Toda la gente la miraba con admiración. No era común ver una mapuche con toda su indumentaria un domingo cualquiera. Se volvían para mirarla y fotografiarla. Incluso-recordaba ella- unos turistas gringos, pidieron sacarse una foto con ella. Ese era su hijo mayor Juvenal.
        José, su hijo menor, bueno, las cosas no le habían salido tan bien. Estaba separado, bebía más de lo que preferiría admitir, duraba poco en los trabajos. Había sacado el mal genio de su padre. Si no lo echaban por faltar los lunes, lo despedían por insultar al jefe o por agarrarse a combos con algún compañero de trabajo.
        La Sra. Elba quería mucho a su hijo y le daba pena con su pajarito que había salido tan parecido a  su padre que murió de unas puñaladas en una pelea de bar hacia  treinta años atrás, dejándola con dos críos, una choza a medio hacer  y algún terreno poco que había que trabajar, cosechar  y sembrar para lo que ella no tenía la fuerza ni el tiempo para hacerlo. A veces venia su padre, el Lonco Luis Pichilen Marileo junto  a sus hijos Luis Eduardo  y Emilio José a ayudarle con las tierras. Estaban viernes, sábado y domingo adelantándole un montón de trabajo y a la vez dejándola descansar un poco a la joven y alocada  madre que insistió con casarse con el conocido José “pepe” Carimeo. Le dijeron varias veces sus padres y hermanos quien era él. Los hermanos Pichilen le dieron una pateadura a José Pepe para que se alejara de Elba. Pero era duro el hombre y se casaron en secreto cuando ya tenía tres meses del Evaristo.
        No, no le había ido bien al José pepe chico.
        El agua fría de la noria lo ayudo a despertarse, la sintió congelada y se le puso la piel de gallina. Cuando sintió el contacto con el agua al ducharse rápido en la ducha que estaba a unos metros de la casa.
Luego del proceso de vestirse y comer algo se acerco a su madre y antes de acercarse a ella la observo un momento.
- ya mamita, me voy – dijo sin interés, como si nada, le dio un apretón corto y sin dejar de tomarla se alejo y la mira fijamente a la cara y la observó un momento a su madre, a su vieja. El único símbolo palpable de amor y protección. Su símil, su símil de amor y protección.
La volvió a abrazar y una discreta lagrima rodo por la mejilla de ambos.
-te quiero mamita, pero “uste” sabe que lo tengo que hacer dijo en un hilo de voz- he hecho muchas cosas malas. Esto es lo único bueno que puedo hacer bien “pa’uste” y todos acá.
        La anciana levanto la vista y miro  a su hijo. Vio a su niño moreno y pelo difícil de peinar. Después de harto tiempo y con los ojos húmedos le dijo.
-valla no mas hijo y haga lo que tiene que hacer. Los abuelos y ancestros lo respetaran y recibirán allá. Valla no mas hijo.- lo beso en la mejilla y en la frente. Luego se alejo a la rustica mesa donde había unos sanguches envueltos con papel, los tomo y se los entrego.
-guárdelos hijo, en su mochila, valla no mas Evaristo y se alejo dando espacio paraqué se fuera y empezara su odisea.
        Evaristo se dirigió  a la puerta y sin mirar atrás la abrió y entro a las ultimas horas de oscuridad de un Temuco frio y húmedo. Camino hasta el portón de madera y alambre  que separaba la calle del patio de su casa .ahí se volvió a mirar a su madre  que lo observa con rostro compungido y tomada al delantal. Evaristo se despidió con la mano y salió al camino de tierra y rural y empezó a caminar al paradero de la micro rural. Era una hora de caminata.se acomodo la coipa de polar hasta las orejas. Se ajusto la chaqueta verde palta de Fuerza Aérea regalo de un amigo que se había ido a la Fach. Se ajusto la mochila y empezó a andar. “patitas pa’que te quiero” pensó.
        Mientras andaba su mente se fue a sus recuerdos, recordó que no era un buen estudiante, no fue un excelente hijo. Se aburría en clases, era pendenciero. Varias veces su madre tuvo que ir a entrevistas con el inspector o director de la escuela por sus peleas con compañeros. Evaristo era poco tolerante, lo que su hermano se esforzaba y tenía buenas notas y un pequeño pero agradable grupo de amigos. Donde incluso había amigas. Pero Evaristo no, medio se lavaba la cara antes del colegio. Incluso habían tendí algunas discusiones con respecto al tema escolar. Evaristo decía que quería trabajar y ayudaren la casa económicamente su madre decía que tenía que aprender a leer y a escribir. Sumar y restar  o es que acaso quería ser como los borrachos y vagabundos y sin trabajo que hay en el pueblo y le hablaba del “Beño”. Una historia bastante aburrida y mal contada de un curadito del pueblo que lo dejo su mujer, sus hijos no lo hablaban, no le dan trabajo y pide para tomar. Evaristo le explicaba que no, que él quería trabajar, que cuanto antes empezara mejor. Que en el norte, le habían contado, estaban las mineras y necesitaban maestros carpinteros, maestros albañiles, eléctricos,        ceramistas incluso jornales y ayudantes. Y que ganaban buen sueldo. La Sra. Elba se cerraba en el “NO”. NO, por ultimo termina la enseñanza básica, para que no seas tan bruto como el “Beño”. Ya mama y se iba de mala gana al colegio.
        Termino la básica arrastrando las calificaciones, con catorce años y medio y se fue a presentar a una construcción donde trabajaba un tío hermano de la Sra. Elba que era capataz de obra. El tío Emilio Pichilen. Este lo recibió y lo puso de “campamentero”. Ósea tenía que limpiar los baños, asear los comedores, poner a calentar las ollas de los trabajadores y ayudar a descargar los camiones con insumos para guardarlos en las bodegas. El trabajo era fácil y Evaristo aprendió rápido. El primer sueldo  fue para él. Se compro ropa, zapatos y unos casets de rancheras. Le compro zapatos a su madre y una colonia “Paco Rabbane” a su hermano. Ese día fue feliz.
        El segundo sueldo lleno la despensa de mercadería. Es más llevo a su madre al supermercado de  la ciudad y compro todo lo que su madre puso en el carro. Hizo parar un taxi y se fueron a la casa. Fue feliz.
        El tercer sueldo, los compañeros de trabajo lo invitaron a celebrar, primero el “Lucho” Llanquileo se auspicio con los vinos, Evaristo con quince años, diplomáticamente rechazo el auspicio.- tomate un trago cauro que le hace el agua al pescado- bueno. Respondió. Se lo planto de a poco lo sintió agrio, amargo. El segundo fue pasable, el tercero, pasable y así sucesivamente.
        Despertó en la plaza del pueblo a las seis de la mañana, orinado, vomitado, adolorido y sin plata. Se incorporo con torpeza y miro sus zapatillas nuevas. Vomitadas y sucias, sus pantalones nuevos, rajados y también vomitados y orinados. Su chaqueta nueva, ni hablar, en las mismas. Le dolía la mandíbula, el pómulo derecho y los nudillos los tenia pelados y adoloridos. Trató de recordar que mierda había pasado. Pero solo tenia flechazos de una pelea, ¿Por qué?, no tenía idea, no recordaba, busco en todos los bolsillos y encontró un billete arrugado, hizo parar un colectivo y le dijo que lo llevara a la casa.
        Lógicamente la recepción no fue de las mejores, se había tomado toda la plata, se había agarrado a combos con los compañeros y estaba colgando en la pega, sin contar que tenía cuentas que pagar.
        El día lunes llego con un ojo morado y cerrado a trabajar. El primero en llamarlo fue su tío Emilio Pichilen. Lo llamo para un lado y de una manga lo tironeo y lo llevo detrás de los comedores donde se aseguro que nadie  escuchara.
        Emilio Pichilen, hombre forjado a sol y musculo, a pala y chuzo, a martillo y serrucho. Era el hermano más apegado a Elba y el que pego mas fuerte el día de la pateadura a José “Pepe” Carimeo. De tez morena –rojiza y complexión robusta. Era un era un tipo que al no ser muy grande, era intimidante.
        La bofetada a mano abierta descoloco al joven Evaristo. Saltaron mocos y babas y lo estrello contra la pared. Emilio Pichilen dio dos zancadas lo agarro de la camisa y arremetió con la otra bofetada con el dorso de la mano en la otra mejilla. Rozando la nariz, provocándole un leve sangramiento de un orificio nasal.
        -¡¡uno por tu mama y el otro por mi!!- acto seguido empuño la mano y la estrello de lleno en el tórax de Evaristo.
        El tío se alejo unos metros y se volvió enfurecido contra su sobrino, a lo que Evaristo se hizo un ovillo en el piso y se cubrió la cabeza y la cara.
-¡¡ Evaristo, no “seai´weon”!!. No te farrees  esta oportunidad, hoy pongo la cara por ti y lo hago por tu mamá.¡¡Pero que conste que es la primera y la última!!- y se fue…
        Evaristo ese día trabajo con vergüenza. Sintió todas esas miradas de Burla en su nuca, cuchicheos y “cahuines”.
        El día paso largo y lento. Como cualquier lunes en cualquier trabajo, le picaba el corte en el labio y el ojo morado se había cerrado un poco más. A lo lejos se escucha llamar.
 – ¡¡peepeee!! - era Don Paolo el Bodeguero que lo llamaba, en parte su supervisor, ya que el aseo y mantenimiento del campamento, él respondía. José “pepe” partió corriendo y se puso frente a la oficina y espero a que lo hiciera pasar. Don Paolo Ramírez, que de italiano no tenía nada excepto el primer nombre. Era un ex militar que pasaba serio gran parte del turno y que, como él decía, las cosas se debían comunicar cortas, claras y concisas, sin ornamentar de mas la misión. Le ordeno que pasara y le pidió que cerrara la puerta y tomara asiento. Lo observo un momento a la cara.
- no te voy a preguntar qué paso, porque ya lo sé. Sé también que no es mi problema. Pero  Carimeo me voy a dar la libertad de darle un consejo. Que a mí me dieron hace mucho tiempo. Yo bebo y mucho, de hecho mi matrimonio termino por el trago, es una enfermedad que me dejo el Ejercito. Pero la acepto y la cargo conmigo. Mira tengo muchos amigos mapuches, sabes a que me refiero, el alcoholismo es un tema sin intermedios, bebes mucho, bebes poco o nada. Conozco ambos extremos. No entres en ese juego que no vas a ganar y si lo haces es bajo tu  responsabilidad…conoces las reglas del juego. Ahí va mi consejo “nunca tomes tanto que no seas capaz de: pelear, defenderte o arrancar”. ¿¡Estamos claros!?…¿se entendió?- Evaristo asintió- okey, le aconsejo que junte platita y termine de estudiar. Tiene muchas cosas que comprarse ahora. Ya. Volviendo a la pega. Están reclamando por los baños que no los limpia bien, necesito que ponga más énfasis en ese tema de los W.C. por favor ¿Listo?- Evaristo volvió a asentir- puede retirarse- le dijo y volvió a sus papeles que tenía en el escritorio. Evaristo José “pepe” Carimeo pasó una mirada disimulada a las paredes de la oficina del Bodeguero y observo los diplomas con logo de la Institución. Y una foto le llamo la atención, Un Joven Don Paolo “Sonriente” con una boina negra y un Fusil plegable.- que buena esa foto Don Paolo- don Paolo se volvió a mirar la foto. – ah, esa fue en el curso de paracaidismo, después del curso de “comandos”. En Colina.- ¿fue comando? ¿Como Rambo?-Rambo es Boina Verde, pero algo parecido. Ah, por favor que esta conversación quede acá. Deja la puerta abierta al salir Carimeo por favor. Gracias.- concluyo la conversación.
        Intento Evaristo seguir la regla, pero los “carretitas” eran insistentes con las salidas los fines de mes y le decían:”te lo mereces”, “te descrestas todo el mes” y cosas así, al final aceptaba.
        Y lo acepto, le gustaba el vino.


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